Hace poco aparecía en algunos medios ese lugar tan emblemático para los entusiastas de la aviación que es St. Maarten, por desgracia la noticia no era la espectacular aproximación de su aeropuerto, sino el accidente sufrido por una turista que intentó medir sus fuerzas con los motores de un A320 acelerando para despegar. Obviamente el Airbus salió ganando, lanzando a la chica de cabeza contra un pequeño muro. El incidente se saldó sólo con el susto y una buena brecha en la cabeza, por suerte, porque si bien no siempre se tiene constancia oficial de estos accidentes, sí que se han llegado a reportar incluso huesos rotos, aunque por ahora parece que no se han producido accidentes más graves. Y es que cuando la estupidez une sus fuerzas a la ignorancia, el ángel de la guarda tiene que hacer horas extra.
St. Maarten, para los profanos en el asunto y algún que otro despistado, es una isla caribeña situada en las Antillas Holandesas. En esencia su mayor atractivo túrístico es su aeropuerto internacional, el Princesa Juliana, cuya característica más notoria es que sólo unos pocos metros separan su pista de la playa de Maho. Esto hace que los aviones que aterrizan la sobrevuelen a muy pocos metros sobre las cabezas de los turistas, pudiéndose conseguir unas fotografías impresionantes. Del mismo modo, los despegues también se realizan a escasos metros de la playa, tanto que el área está plagada de carteles advirtiendo de la proximidad de los chorros de gases de los reactores y del peligro que pueden suponer para la integridad física de las personas. Hablamos de que en cualquier momento los bañistas pueden verse expuestos a los motores de un Jumbo aplicando potencia de despegue a escasos metros de ellos. Y aquí es donde viene el problema, mientras algunos contemplan el espectáculo a prudencial distancia, desde el hotel, desde los bares, siempre fuera del alcance del chorro del motor, siempre hay amantes de las emociones fuertes (o simples tontos) que se sitúan directamente detrás del avión, ya sea desde la arena o incluso agarrándose a la valla que separa la pista de la playa. Y claro, como bien descubre esta chica, eso no siempre es una buena idea…
Balance de daños
Por increíble que parezca, hay mucha gente que no es realmente consciente de la potencia que puede desatar un reactor. Hoy en día, con la cantidad de videos que circulan y programas que se han hecho al respecto en todas partes, es aún más increíble. Una simple búsqueda por YouTube nos ofrecerá cantidad de videos, ya sean videos formativos para tripulaciones o experimentos de los Cazadores de Mitos. Una pequeño vistazo a cualquiera de ellos nos mostrará normalmente a un vehículo cruzando por detrás de un avión acelerando, con el resultado de ver al vehículo salir despedido. Según la robustez del mismo puede salir dando trompos, vueltas de campana, incluso he llegado a ver un 2CV ser literalmente despedazado antes incluso de empezar a dar tumbos. Pero quien dice un 2CV también dice un camión de bomberos dando vueltas de campana durante unas decenas de metros. Por ver he llegado a ver arrancar placas enteras del pavimento (hormigón o simple cemento, no sabría decir), de varios metros cuadrados de superficie y salir volando como si fueran de papel. Si un reactor le hace eso a un coche o a la propia pista… ¿qué puede ocurrirle a una persona?. Varias cosas:
– Sentir «la fuerza«: Lo primero que se nota a unas pocas decenas de metros detrás de un avión acelerando va a ser un chorro de aire, el jet blast, que, en función del modelo y la distancia exacta, puede oscilar entre los 200 y los 250 Km/h (a veces bastante más). Eso lo sitúa en lo más parecido a un tornado de categoría F3 que se puede encontrar fuera de la naturaleza. Muchos hemos visto Twister o, más recientemente, las imágenes de los tornados en Texas haciendo volar camiones, así que no hay que calentarse mucho la cabeza para imaginar el efecto sobre un cuerpo humano. Si a la chica de la noticia no le hubiera detenido el muro habría llegado hasta el agua sin apenas tocar la arena. Y eso de entrada no es que sea muy sano.
– Metralla y souvenirs volantes no identificados: Puede que alguien tenga la suficiente maña y fuerza para resistir unos segundos ese empuje. Otra cosa es que sus efectos personales o su ropa puedan decir lo mismo. No es raro ver cantidad de gorras, camisetas, zapatillas, bolsas, gafas, bikinis, etc, que son arrancados de sus portadores y lanzados a gran velocidad. Por supuesto el propio individuo puede convertirse en un proyectil si pierde el apoyo. La persona que esté en la trayectoria puede sufrir un doloroso impacto de cualquier objeto lanzado a esa velocidad. Si alguien piensa que una camiseta no hace daño que pida a alguien que le golpée con ella a modo de látigo en la cara y luego multiplique por diez la molestia. También puede probar lo mismo con una cremallera o un broche metálico en el extremo. Un cuerpo humano a cierta velocidad lanzándose sobre uno descontroladamente seguro que tampoco es agradable. Y no nos olvidemos de la propia arena, si ya es una molestia la arena y el polvo en un día de viento, imaginemos un chorro de arena y porquería variada impactándonos a 200Km/h, sobre todo el cuerpo (las bermudas y las camisetas finas no aportan una gran protección precisamente). Una buena forma de exfoliarse la piel, pero también de terminar con irritaciones, abrasiones y todo tipo de daños oculares.
– Calor, mucho calor: En contra de lo que muchos pueden suponer, la temperatura del chorro no es un gran problema. En el caso de un reactor comercial, a la distancia en que se ponen los espectadores se enfría bastante (a 25m. de un A320 el aire puede llegar a unos 40ºC), así que se notará caliente, pero no más que un día bochornoso de agosto. Ojo, que si habláramos de reactores militares la cosa sería muy distinta, que en el momento de aplicar postcombustión sí que estaríamos ante un enorme soplete ideal para hacer una barbacoa. Para entendernos, un deflector de gases en la cubierta de un portaaviones tiene que resistir temperaturas de hasta 1.300ºC. Por suerte no suele ser fácil situarse tan cerca de un caza.
– Ruido, mucho ruido: Eso no se suele apreciar bien en los videos, básicamente los micrófonos se saturan, ya sea por el viento o por el volumen de ruido. En función de la distancia y la posición respecto al motor, la gente en esa playa puede exponerse a un ruido entre los 110dB (rayando la zona de peligro) y los 140dB (doloroso, sí o sí). A muchos se les ve en algún momento poniendo muecas y tapándose los oídos, pero ya es tarde para remediarlo, apenas se notará alivio hasta que el avión se aleje.

¿Alguien hablaba de vuelos bajos?
¿Llegará la sangre al océano?
No son pocos los que, en vista de estos casos, temen un posible cierre de la playa de Maho, pero en mi humilde opinión es un alarmismo infundado. Yo al menos no he visto ningún comentario que venga respaldado por algún organismo competente, sólo elucubraciones de aficionados, así que como mucho la cosa no pasa de leyenda urbana. El aeropuerto en cuestión lleva ya muchos años en funcionamiento, no va a ser ahora cuando se den cuenta de que está muy cerca de la playa. Los que argumentan el riesgo de estar tan cerca del agua, seguramente tendrían que revisar la lista de aeropuertos «complicados» del mundo. Si lo comparamos con sus vecinos de St. Barth (ver foto y video) y Saba (por no irnos a buscar otros sitios del mundo como Lukla o el cerrado Kai Tak), veremos que no es tan fiero como lo pintan. Pero además, hay que tener en cuenta que buena parte del comercio local vive precisamente de la atracción de ese aeropuerto. Como centro turístico no deja de ser otro destino caribeño más, pero su aproximación es poco menos que la Meca de los aficionados a la aviación de todo el mundo. En los bares se ponen los horarios de las llegadas junto al menú del día, en los altavoces no suena música, sino la torre de control. No van a cerrar fácilmente aquello que les da de comer.
En realidad lo único peligroso del lugar es la propia estupidez de la gente. Como decía al principio, el área está perfectamente señalizada, si se produce un accidente es exclusivamente por hacer caso omiso a las advertencias de peligro. Cierto, te puede caer un avión encima, pero eso puede pasarte incluso en tu casa durmiendo, no sirve como excusa. Seguro que nadie piensa en prohibir los Sanfermines porque un turista resulte corneado, siendo como nadie entra en el recorrido por equivocación (no, yo es que buscaba una farmacia y me he visto un toro de frente). ¿Cuántas veces hemos visto la típica familia aislada en una montaña porque le ha pillado una nevada y no han podido regresar, evacuados por helicóptero con hipotermia? Claro, es que querían ver la nieve, por eso han hecho caso omiso a las advertencias de la Guardia Civil y se han subido al monte sin cadenas, en camiseta, sin comida y sin una triste manta en el maletero. ¿A quién denuncias porque en una ventisca de enero haga frío? ¿Al que te vendió tu camiseta de la selección porque no te advirtió que no abrigaba a -10ºC?
Como bien decía Einstein, «Sólo existen dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana… y no estoy muy seguro del Universo». Si se sacara una estadística de todos los accidentes y muertes que se producen por conductas irresponsables, lo que viene siendo «por tonto», quizá estemos ante una pandemia de proporciones épicas. Y ante eso no hay nada que se pueda hacer, ni consejos, ni prohibiciones ni nada de nada. Salvo que alguien encuentre un «gen de la idiotez» y pueda ser aislado, el ser humano siempre encontrará un camino para soslayar cualquier protección y alcanzar el accidente de la forma más imaginativa posible. Así pues, disfrutemos de la vida y dejemos libertad a los candidatos a los Premios Darwin. La especie lo agradecerá.
P.D.- Para que quede claro que St. Maarten no es el único sitio donde el jet blast se usa alegremente como divertimento, si nos dejamos caer por la isla griega de Skiathos, veremos que, aparte de ser una de las localizaciones del rodaje de «Mamma Mía» tenemos este maravilloso espacio para spottear y para dejarnos llevar por el cálido viento de un reactor.
2 respuestas a St. Maarten: tonterías & jet blast
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Increíble fotografía la del avión con tan pocos metros de distancia en la playa, me ha hecho que se me pongan los pelos de punta aunque a las personas no se les ve muy preocupadas!
El que no se vea preocupación es lógico. Normalmente no tienen ni idea de lo que se les viene encima. O eso o saben perfectamente lo que están haciendo, aunque en ese caso no se ponen en la trayectoria de los chorros del motor.