Llevaba poco más de un mes sin publicar nada, en parte por falta de tiempo, pero para ser sincero también he perdido un poco las ganas. Se han dado una serie de circunstancias seguidas que me han hecho replantearme un poco si al final vale realmente la pena molestarse en decir algo. Soy consciente de que el tema de la aviación no mueve masas precisamente, lo cual tengo más que asumido. También sé que mi sitio no es el más popular de la red, pero si quisiera más público me habría dedicado a los vídeos graciosos, al sexo o habría llamado al sitio «Nosologoles», por ejemplo. Ahora bien, cuando en algún sitio intentas aportar tu granito de arena, aprovechando los conocimientos que puedas tener en este terreno y, no sólo se te ignora totalmente, sino que además sales trasquilado, realmente te planteas si merece la pena o si harías mejor pasando de todo y volviendo a disfrutar de fotos y maquetas en solitario.

– «¿Flaps? anda i no me ralles listillo, ke llo kontrolo mazo desto y si un caxo de ala se menea asin fijo ke el abion esta to xungo».

La cosa empezaría más o menos cuando pasó la última «ciclogénesis explosiva» por el norte. En cierto canal de TV publicaron un video bajo el título «Aterrizajes de emergencia en Bilbao por la llegada de la ciclogénesis». Al margen de cierta polémica sobre si le habían acelerado la velocidad para ganar dramatismo o no, se me ocurrió entrar a dejar un comentario referente al sensacionalista título de marras (de la forma más cortés que pude). Argumenté que una emergencia se producía en caso de avería del aparato, problemas con el pasaje, etc, que lo que ahí se veía eran aterrizajes complicados por el viento, pero que ninguno era una emergencia propiamente dicha. El título no fue cambiado, obviamente, pero además me llevé una buena colección de improperios de gente cuyas aportaciones venían a ser del tipo «Tendrían que denunciar al piloto por hacer eso», «¿kien a sido el H d P ke ha permitido operar el aeropuerto en esas condiciones?»… Una serie de perlas, propias de gente que no distinguiría un avión de una cafetera, poniendo a caldo a los pocos que entendíamos un poquito más del tema. Va a resultar que la gente cree lo que quiere creer y se regodea en su ignorancia, aunque le des con la verdad en la cara.

Al poco se produjo el accidente del C-101 en Meco, en el que perdieron la vida sus dos tripulantes. Aparte de la típica colección de incorrecciones típicas en estos casos (que si era un caza, que si era una avioneta, que si iba, que si venía…) hubo un medio que sentenció sin ningún rubor que «Con este son 10 los accidentes sufridos por la Patrulla Águila». Error típico cuando el becario de turno hace una búsqueda rápida de Google, toma datos al azar y resuelve que, si el C-101 lo vuela la Patrulla y se han perdido diez (a saber dónde miró)… ergo la Patrulla ha tenido diez accidentes. Creí conveniente dejar un comentario avisando de que era un error, que precisamente nuestra Patrulla Águila era de las poquísimas en el mundo que nunca han perdido un avión y/o piloto, algo de lo que ni siquiera los americanos pueden presumir. ¿Resultado? Fe de erratas brillando por su ausencia y comentarios eliminados en menos de 48h, haciendo cierto el aforismo aquel de «no dejes que la verdad te estropee una buena noticia». Eso sí, a la telecotilla de turno nadie le puso en duda sus aseveraciones de que el accidente de la «avioneta» podía haberse debido a estar realizando acrobacias, que si el modelo estaba obsoleto… Deprime ver a una presentadora, que en su vida habrá visto un C-101 al natural, haciendo esas afirmaciones mientras cocina alguna receta y resuelve algúna consulta telefónica sobre cosmética de cualquier espectadora. Para coronarla, algún político iluminado en la población de Alcalá presentó semanas después una moción para prohibir el sobrevuelo de aviones sobre la misma, por motivos de seguridad. Queda bonito sobre el papel, si no fuera porque ya existe una norma que prohibe sobrevolar poblaciones y concentraciones de personas por debajo de una altitud mínima de seguridad. Aparte he oído réplicas de gente de por allí argumentando que los aviones jamás pasan por encima. No lo he visto, así que no puedo opinar. Lo que no puedo es dejar de preguntarme si esa prohibición afectaría también a aeronaves en tránsito a FL350, a satélites, a meteoritos… Señores, hoy en día ningún piloto se la va a jugar volando a ras de los tejados. Superada la altitud de seguridad ya es complicado que un avión impacte en una población, ya sea por cálculo de probabilidades o por acción de los pilotos (como bien han demostrado bastantes de ellos, evitando estrellarse sobre poblado aún a costa de sus vidas). Y se siente, pero la física es la física. Si un avión en crucero pierde una pieza, si te ha de caer algo encima, te caerá, independientemente de lo que tengas legislado al respecto.

Los… aeropuertos… son… malos. Los… aeropuertos… son… maaalos…

Más adelante se produjo otra situación desagradable. Surgió por las redes sociales el tema de la puesta en duda de la seguridad del Aeródromo de El Pinar (Castellón) y su posible cierre en favor de la construcción de «La Ciudad de las Lenguas». Como suele ser normal, uno intentó aportar su grano de arena, pero la cosa se fue caldeando hasta el extremo de tener que parar para no pasar a las descalificaciones personales. Fue realmente desagradable. Y es que da igual lo que sepas, lo que digas o los datos objetivos que puedas aportar. Siempre habrá cachorros políticos que se tapen los oídos y repitan las consignas que han recibido desde sus superiores, cual mágico mantra antiaeronáutico. Siempre habrá ignorantes y cerriles que prestarán sus oídos al que les prometa más prebendas, no a quien tenga razón. Da igual lo que el aficionado, el piloto o el especialista en seguridad puedan decir al respecto. Cuando la otra parte tiene la ameba del político de turno en la cabeza, no vale la pena discutir. Debían de ser parientes de los que se mudan a una urbanización y, tan pronto colocan sus muebles en el sitio, empiezan a protestar y a reclamar para que cierren un aeropuerto a veinte kilómetros porque los aviones les sobrevuelan a «sólo» 8000ft, el ruido ensordecedor les impide dormir, el miedo a que alguien se estrelle sobre ellos les produce ansiedad, su salud se resiente por los «chemtrais» que rocían sobre ellos… Y es que a veces a uno le hacen sentir como si, en vez de aficionado aeronáutico, fuera un fanático seguidor de alguna secta siniestra.

Como colofón apareció un video del telepredicador político de turno, cierto economista cuyo nombre no recuerdo (ni ganas) que daba una charla exponiendo sus objeciones a la inversión en temas militares. Al margen de que no comparta sus ideas políticas es posiblemente el discurso más plagado de demagogia barata y populista que he podido ver nunca. Una de sus magníficas explicaciones, en franco ataque a los costes del Eurofighter, argumentaba que «como España fabrica una de las alas e Italia fabrica la otra, al tener diferentes participaciones en los presupuestos no son iguales, haciendo que pesen distinto y el avión sea inestable, motivo por el que el primer prototipo que vino a España se estrelló» (a quien no lo tenga claro, fue por fallo en los motores). De entrada ya se me revuelven las tripas de que alguien, que no esté haciendo un monólogo de humor, pueda decir algo así y, no sólo quedarse tan ancho, sino conseguir la ovación de su público. Es como si yo dijera «señores, cuando tiro piedras hacia el cielo suelen caer al poco tiempo, debido sin lugar a dudas a que los rayos solares las empujan en dirección opuesta» y la gente lo aceptara como verdad absoluta. Alucinante, ¿verdad?. Pues tiene narices que en un foro aeronáutico (para más inri) se me ocurra comentar las estupideces que decía este personaje y aún haya quien se lance sobre mí con la exigencia de que respete lo que dice, que si las ideas de cada uno… A ver, yo creo que soy bastante tolerante con los que no opinan como yo, cualquier opinión es digna de ser expuesta siempre y cuando se base en hechos ciertos. Existe la posibilidad de que sus ideas fueran buenas, pero si para convencer a alguien tiene que recurrir a demagogia y falsedades obvias, para mí pierde toda la razón. Si me quieres convencer de que dos y dos son cuatro, puedes hacerlo desde una base matemática y lo aceptaré. Si me dices que es porque un elfo a lomos de un unicornio blanco así te lo ha revelado, que quien no te crea es porque es tonto, pues en fin… Claro, que si todo vale, mañana mismo enviaré una nota a Expansión o a El Economista, les explicaré que si multiplicamos el Euribor por el IPC de cada país y lo dividimos por la cantidad de administrativos pelirrojos que tenga el país vecino, nos dará el déficit exacto para el siguiente año bisiesto. Y si alguien no está conforme  y me dice que no tengo ni idea de economía, que se le borre Gol TV de su decodificador.

Despierta, Neo. Un avión inestable es imposible que vuele y los helicópteros son una ilusión puesta en tu mente.

Y está viene siendo la tónica reciente. Tal vez sea un cabreo pasajero o tal vez no, pero no creo que sea un crimen aspirar a que las opiniones de uno se respeten un poco. Al menos creo que mi punto de vista y mi forma de proceder no es del todo disparatada. Cuando veo algo escrito sobre algún tema del que no entiendo nada, lo primero que hago es evitar hablar de lo que no sé. Nadie me verá discutir ni opinar sobre microbiología o mecánica cuántica, por ejemplo. Si no entiendo, pero el tema me interesa, intento informarme un poco y tratar de comparar más opiniones, para poder tener más bases a la hora de formar la mía propia. Si hablo de algo que conozco, en caso de no estar totalmente seguro lo hago saber, porque sería demasiado presuntuoso pensar que estoy en posesión de la verdad absoluta. Todos somos humanos y podemos equivocarnos, si lo hago y alguien me rectifica, lo primero que haré será admitir mi fallo y a continuación agradecer la corrección. Por contra, si soy yo el que corrige a alguien, no esperaré que me saquen a hombros por la puerta grande, pero lo que jamás esperaría es que encima se me ataque y se me insulte como si hubiera cometido un crimen. ¿Tan atrevida se ha vuelto la ignorancia que se permite ridiculizar al que tiene razón en algo? Porque si ahora resulta que lo que gusta y lo que queda bien es ver quién dice la animalada más grande, a la vez que se margina a quien tiene algún conocimiento (de lo que sea), pues genial. Yo siempre estoy dispuesto a tender una mano, a compartir lo que sé y a mostrarme abierto con quien no opine igual que yo. ¿Tan descabellado es pedir lo mismo para uno?. Igual resulta que es así, que en el fondo no tengo razón y sólo me estoy dedicando a lancear un molino tras otro como si fuera una cuadrilla de gigantes (eso sí, gigantes ignorantes).

En fin, ya se me pasará… espero.

2 respuestas a Indignación aeronáutica

  • Amigo Efrén: La ignorancia es tan atrevida porque el que la tiene, la ignora. El que ignora su ignorancia, ignora la profundidad del pozo de ignorancia en el que se encuentra e ignora la forma de salir de él. Está prisionero de un círculo vicioso e ignorante.

    Un día nos reuniremos y te referiré un amplio anecdotario de ignorancias, vagancias, dejaciones, inconsciencias y otros pecadillos. Yo, como tú y como cualquiera que quiere hacer algo, me encuentro cada cuarto de hora con algún «suceso» que me pone al borde de tirar la toalla. Y así durante nueve años en este desinteresado quehacer aeronáutico. Pero no debemos claudicar ante los necios. Ríete, respira hondo y … ¡p’alante! También recibimos aplausos, recompensas (morales, que no materiales) y reconocimientos. ¡Tú vales mucho, nene!

  • admin dijo:

    Gracias por los ánimos, Pepe 🙂

    A ver si me termino de poner las pilas y podemos volver a encontrarnos por ahí para charlar y contarnos todas esas anécdotas, que ya toca.

    Un abrazo.

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